La resiliencia es aún un término en construcción y exploración, particularmente la resiliencia organizativa o resiliencia social.
La resiliencia como término ha sido acuñada en psicología, medicina, química, física, biología y hasta en la esfera empresarial, y su definición ha sido adaptada a cada disciplina.
Resiliencia es una palabra que proviene del latín resilio, “volver atrás, y volver de un salto” o bien se puede interpretar como “reanudar”.
Las organizaciones hemos, en algunas ocasiones, recurrido a la definición de la psicología clásica:
…la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos.
Algunas de estas palabras sin embargo, en nuestra esfera de sociedad civil, no se ajustan necesariamente a nuestros enfoques, estrategias y abordajes para lograr la transformación o justicia social; “adaptarse” es una palabra con una carga implícita de pasivamente aceptar y acomodarse a una situación, y los “resultados positivos” no siempre son realistas en nuestros contextos de represión socio-político, o violación constante de derechos.
Con el tiempo la psicología acuñó otras acepciones a la resiliencia, con el tiempo también se fortaleció el alcance del concepto hacia lo colectivo y comunitario. Una de las personas que contribuyó a esta nueva perspectiva de resiliencia social se llama Victor Frankl. Para Frankl:
la resiliencia social es una serie de conductas y dinámicas adoptadas por grupos sociales para sobreponerse a los efectos nocivos de cualquier adversidad, así como la capacidad de encontrar recuperación tras haber sufrido efectos traumáticos.
A pesar de este gran aporte de Frankl de trasladar la resiliencia individual y positivista hacia lo social, quedaron aspectos por fuera del ámbito afectivo y cultural que nos gustaría abordar, por ejemplo el cuido colectivo.
Es importante siempre escuchar las críticas, la palabra resiliencia tiene muchas, y una de las mayores críticas a considerar es que no aborda las causas estructurales de poder que generan las “situaciones adversas” (por ejemplo el patriarcado, el racismo, el clasismo, la discriminación, el extractivismo y colonialismo, entre muchas otras), es como si cualquier situación adversa, difícil o traumática llegara de pronto sin más. Por tanto, parte del proceso de resiliencia colectiva (en comunidad, en red, u organización) es comprender porqué estamos viviendo o hemos vivido estas situaciones de riesgo, situaciones adversas, o situaciones traumáticas.
El proceso de la resiliencia colectiva parte de lo anterior, y adicionalmente de reconocer las experiencias y saberes de una misma y de las demás que conformamos voluntariamente un espacio colectivo con el fin de idear en conjunto estrategias preventivas, acciones de resistencia y procesos reparadoras frente a esas situaciones difíciles.
Creemos entonces que la resiliencia organizativa es un proceso donde reconocemos colectivamente las causas, las dimensiones y contextos de la situación que atravesamos, recuperamos aprendizajes y conocimientos que sirven para enfrentarla, resignificar lo sucedido comprometiéndonos al cuido colectivo preventivo (frente a situaciones similares en el futuro) y reparador (disminuir el impacto psicosocial y traumática de la situación vivida).
La resiliencia organizativa es por lo tanto un proceso de cuido colectivo que procura evitar daños irreparables mientras cumplimos nuestros objetivos de justicia social.
El cuido colectivo puede tomar tantas formas como la misma diversidad de las organizaciones de la sociedad civil y de las situaciones que enfrentamos por nuestra labor. Por lo tanto, no hay recetas…pero sí contamos con conocimientos y experiencias que podemos compartir y poner en práctica, concluir si funcionan, y transformarlas en estrategias sostenibles y significativas para evitar o reparar los daños gestados desde lo externo, o incluso desde lo interno de nuestras organizaciones.