Defender los derechos de la población LGTBI en Centroamérica

Distan muchos kilómetros entre Tegucigalpa — donde vive José — a Ciudad de Guatemala — donde habita Jorge — pero tienen en común, además de las primeras letras de sus nombres, su activismo por los derechos de las personas LGTBI y el hecho de que han visto su vida amenazada por ello. El testimonio que nos compartieron durante su paso por Shelter City — Costa Rica nos deja tonos distintos de la Centroamérica que está frente a nuestros ojos todos los días.

Desde su experiencia en la Asociación para una Vida Mejor (APUVIMEH), José nos habla del contexto de Honduras:

Empezamos a ver que había discriminación y falta de voluntad política, pero también una sociedad intolerante”.

APUVIMEH nació en Honduras con el fin de atender las situaciones de la salud de las personas afectadas por el VIH. La organización desarrolla actualmente su trabajo de defensoría en la capital y en 5 departamentos del país. La experiencia les ha enseñado que no es posible promover la salud si las personas no gozan ni siquiera del reconocimiento de su derecho a la vida y en su organización no cesan de reclamar al Estado para que asuma su responsabilidad ante los crímenes de odio: “Exigimos al gobierno que cesen las muertes, pero también, que a los que han sido asesinados se les haga justicia”.

De cara al mundo, el gobierno de sus países ha ratificado instrumentos internacionales en los que se adquiere el compromiso de garantizar, en distintos ámbitos, los derechos de la población LGBTI. Sin embargo, en la práctica impera la falta de voluntad política para el reconocimiento de sus derechos.

El relato de José, nos ayuda también a entender que a partir del golpe de Estado del 2009, la situación de la población en general, y de manera particular la situación de las personas LGTBI, se ha gravado: “…prácticamente vivimos en un estado de indefensión, ya no tenemos democracia, ya no hay un Estado de Derecho”. Este ha sido además un caldo de cultivo ideal para los crímenes de odio:

Desde el 2008 al 2018 tenemos trecientos veinticinco muertes y este año (2019) ya llevamos más de veinte asesinatos. Realmente la situación es crítica porque son pocos los casos que se juzgan. Se han judicializado no más de cuarenta y cinco casos y seis han tenido condena absolutoria”.

La creciente influencia política de grupos fundamentalistas religiosos en el país es otro agravante. Estos grupos han promovido cambios en la Constitución Política para frenar cualquier avance en el reconocimiento de los derechos civiles de la población LGTBI, como es el caso del matrimonio entre personas del mismo sexo.

En el contexto guatemalteco, Jorge nos comparte que “hay un menosprecio muy evidente hacia gays, lesbianas, bisexuales, trans, intersexuales y todas las demás personas que conformamos estas comunidades”.

Su trabajo se ha desarrollado en la organización Oasis, que tiene 28 años de promover y proteger los derechos de la comunidad LGTBI.

Al inicio no teníamos ni la más remota idea de lo que son los derechos humanos ni los alcances que tenía la violación a estos derechos en nuestras vidas personales y sociales. Conforme fue pasando el tiempo fuimos descubriendo que el problema era mucho más grande y que no teníamos ni las capacidades ni las posibilidades de poderlo enfrentar en su conjunto”.

Sus palabras retratan la situación de las personas LGTBI y de otros grupos desprotegidos en Guatemala. Se trata de un sistema que discrimina y somete a un importante sector de la población guatemalteca a una permanente situación de exclusión:

Entre los mayores problemas sociales que existen en Guatemala está el machismo, el racismo y por supuesto la homofobia y la transfobia. Desde Oasis estamos convencidas y convencidos de que esos problemas sociales existen porque hay un modelo económico que protege los intereses económicos de un sector muy pequeño de la sociedad que tiene ganancias cada vez que la sociedad se encuentra en una conflictividad, mientras ellos siguen extrayendo recursos de una sociedad que ha sido empobrecida de una forma bárbara”.

El análisis que ha podido realizar desde su experiencia organizativa arroja que la exclusión de las personas por su identidad de género y orientación sexual inicia en el ámbito familiar. Es ahí donde se da el primer señalamiento hacia quienes no encajan en el modelo heterosexista y patriarcal. En este escenario, las personas LGTBI se ven frente a una disyuntiva perversa: esconder su identidad sexual y renunciar a sus derechos o enfrentar una cadena de violencias, que incluye la expulsión de la educación formal y, en consecuencia, la exclusión de oportunidades de trabajo digno.

La situación es sumamente grave porque personas que, teniendo familia, teniendo incluso posibilidades económicas, finalmente terminan en una situación de exclusión social en la que tienen que sobrevivir en la explotación sexual que es terriblemente perniciosa en la sociedad guatemalteca”.

Jorge coincide con José al señalar el papel activo que cumplen algunas iglesias en la permanencia de esta estructura de exclusión social.

El defensor guatemalteco aceptó participar en Shelter City en medio de una situación de persecución. Su estadía significó un espacio para reencontrarse consigo mismo y compartir con compañeras y compañeros que viven situaciones similares en la región.

La convivencia con las demás personas que están en una situación similar permite, no solo conocer otros contextos en donde también hay personas en extrema condición de vulnerabilidad social, pero aprender sobre las otras luchas y contribuir hablando sobre mi propia lucha.”

Por su parte, José encontró en Shelter City tiempo para volver a atender sus necesidades personales

“La vida nos da oportunidades y creo que esta ha sido una oportunidad para para poder recargar baterías”

y también un espacio para revisar su labor para hacer más efectivo su trabajo:

Nos damos cuenta de que hemos estado expuestos, expuestas, pero también que debemos cuidarnos porque si estamos defendiendo los derechos de muchas personas que dependen de nuestro trabajo, entonces es loable que también nos cuidemos a nosotros mismos.”

El trabajo de ambos por mejorar las condiciones de vida de las personas LGTBI en Centroamérica continua. Su tarea es ardua y no se detiene. En palabras de Jorge:

Necesitamos cambiar una sociedad que es sumamente conservadora y mientras no lo logremos ningún otro cambio va a ser posible, no solo en Guatemala, sino en Latinoamérica y en el mundo entero”.

El compromiso de estos luchadores, junto al de otras y otros tantos, colorea de arcoíris el opaco horizonte centroamericano.

Ante la creciente regresividad y las amenazas de retroceso en la garantía de los derechos de las personas LGTBI, su fuerza y compromiso — junto al de otras y otros tantos — nos recuerdan la trascendencia de la labor que realizan y los importantes riesgos que enfrentan. Desde Fundación Acceso continuaremos sumando voces a sus demandas y proporcionando, a través de Shelter City y de otras iniciativas, alternativas de protección integral.